El petróleo es una sustancia natural de origen fósil formada por una mezcla compleja de compuestos químicos. Aunque su aspecto puede variar de un crudo ligero y casi transparente a uno pesado y espeso, su base molecular está compuesta principalmente por carbono e hidrógeno. Estos dos elementos forman los hidrocarburos, que son la fuente energética principal del petróleo y la razón por la que puede refinarse y transformarse en múltiples productos.
Los hidrocarburos se presentan en diferentes estructuras. Algunos son lineales, otros ramificados y otros más complejos, como los aromáticos. Esta diversidad determina el comportamiento del crudo en los procesos de refinación, así como su valor comercial y su impacto ambiental. Cuanto más ligero y con menor contenido de impurezas, mayor es su demanda en el mercado internacional.
Además de carbono e hidrógeno, el petróleo contiene otros elementos en proporciones variables. El azufre es uno de los más importantes por sus implicaciones ambientales. Durante la combustión, el azufre genera compuestos que contribuyen a la lluvia ácida y a la contaminación del aire. Por esta razón, los procesos de desulfuración son clave en las refinerías modernas, y los crudos con bajo contenido de azufre son preferidos por su menor impacto.
También pueden encontrarse compuestos de nitrógeno, oxígeno, metales pesados como vanadio o níquel y pequeñas trazas de sales. Estos componentes afectan la corrosión de los equipos, la estabilidad de los productos refinados y la complejidad del procesamiento.
Conocer la composición química del petróleo es fundamental para su manejo técnico. Cada campo petrolero produce un crudo con características únicas, lo que obliga a adaptar los procesos de transporte, almacenamiento y refinación. Detrás del poder energético del petróleo se encuentra una estructura química rica y desafiante, que ha impulsado avances tecnológicos en todo el mundo.
