En un entorno energético cada vez más desafiante, las plataformas marinas no fijas, también conocidas como sistemas flotantes, se han consolidado como una solución estratégica para la explotación de hidrocarburos en aguas profundas y ultra profundas. A diferencia de las plataformas fijas, ancladas al lecho marino, estos sistemas están diseñados para operar sobre grandes columnas de agua donde sería técnica o económicamente inviable construir estructuras rígidas.
Entre los principales tipos de sistemas flotantes se encuentran las FPSO (Floating Production, Storage and Offloading), las semisumergibles, los buques de perforación (drillships) y los SPARs. Estos modelos permiten producir, almacenar, procesar y evacuar crudo y gas natural desde zonas marítimas remotas, ofreciendo mayor movilidad y adaptabilidad frente a condiciones extremas.
Su principal ventaja es la flexibilidad operativa. Pueden ser reubicados, adaptados a distintos yacimientos, y operar en profundidades que superan los 3,000 metros. Además, reducen el impacto ambiental al evitar estructuras permanentes sobre el fondo marino.
El aprovechamiento de estos sistemas en la industria offshore mexicana —especialmente en el Golfo de México— representa una gran oportunidad para ampliar la frontera de exploración y producción, con menores riesgos logísticos y costos más eficientes a largo plazo.
La incorporación de tecnologías de automatización, monitoreo remoto, sistemas de posicionamiento dinámico (DP) y energías híbridas también está transformando estos sistemas en unidades más seguras, inteligentes y sostenibles.
En el marco de una industria que busca adaptarse a la transición energética, los sistemas flotantes permiten acceder a nuevos recursos y reconfigurar la forma en que concebimos la operación offshore: más ágil, modular y resiliente ante los desafíos del futuro.
