Drones y vehículos submarinos no tripulados: ojos y manos en el entorno marino

La tecnología no tripulada ha revolucionado las operaciones marítimas y offshore. Drones aéreos y vehículos submarinos operados a distancia, conocidos como ROV y AUV, han pasado de ser herramientas experimentales a elementos indispensables en actividades que requieren precisión, seguridad y cobertura en entornos extremos. Su uso permite llegar donde antes solo era posible con grandes riesgos humanos y costos elevados.

En superficie, los drones aéreos se utilizan para realizar inspecciones visuales de plataformas, ductos expuestos, cascos de embarcaciones y estructuras elevadas. Equipados con cámaras de alta definición, sensores térmicos o tecnología lidar, permiten detectar corrosión, fugas, daños estructurales o puntos de calor sin necesidad de detener operaciones o exponer al personal a alturas o espacios confinados.

Bajo el mar, los ROV realizan tareas clave como inspección de ductos, monitoreo ambiental, limpieza de estructuras, manipulación de válvulas o instalación de equipos. Algunos están equipados con brazos robóticos capaces de realizar maniobras finas a cientos o miles de metros de profundidad. Los AUV, por su parte, son vehículos autónomos que pueden mapear el lecho marino, recolectar datos oceanográficos o realizar levantamientos topográficos sin necesidad de control en tiempo real.

Estas tecnologías permiten intervenciones más rápidas, frecuentes y seguras. Reducen la exposición humana a riesgos, disminuyen los costos operativos y abren nuevas posibilidades para el monitoreo continuo del entorno marino.

Además, el análisis de los datos recolectados por estos dispositivos alimenta sistemas de inteligencia artificial y gemelos digitales, elevando la calidad de la toma de decisiones.

En un sector donde la visibilidad y el acceso son limitados, los sistemas no tripulados son los nuevos ojos y manos de la industria, capaces de trabajar con precisión milimétrica en los lugares más remotos del océano.

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